viernes, 16 de noviembre de 2012

El sexo en la historia (2° Parte)


Egipto Caliente
(Segunda Parte)

Detalle del Papito Satírico (erótico) de Turín (época de Ramsés II, c 1279 – 1213 aC)

Seguimos explorando las curiosidades más picantes sobre la antigua civilización de las pirámides.


La prueba del ajo: Otro test empleado por los sun-un –así llamaban a los médicos los antiguos egipcios– para distinguir las mujeres fértiles consistía en colocar un diente de ajo dentro de la vagina de la paciente durante toda la noche hasta el amanecer. Si el olor del ajo pasaba hasta su boca, la mujer tendría un hijo; si su aliento no desprendía ese olor, era estéril.

Boicot a los espermatozoides: Para prevenir embarazos, las mujeres se aplicaban en sus genitales una mezcla de miel y semillas de acacia, que poseen una alta concentración de goma arábica. Su acción era la misma que la de los espermicidas modernos. 

Estatuilla del dios Min 
Divinidad bien dotada: Para aumentar su virilidad, los hombres egipcios veneraban a Min, un dios itifálico, es decir, con el pene erecto.

Golpes sí, pero insultos no: Los maridos del Antiguo Egipto tenían derecho a pegarle a su mujer, así como el hermano a la hermana, siempre que no se propasaran. Curiosamente, el insulto público a la esposa estaba penado: el infractor estaba obligado a comprometerse ante los jueces a no volver a vilipendiar a su mujer, bajo la pena de recibir cien azotes y de verse privado de todo bien ganancial compartido con ella.

Trapitos al sol: El hombre casado podía tener relaciones sexuales con otras mujeres, además de su esposa, siempre que las amantes no estuvieran casadas; pero las mujeres no gozaban de ese privilegio. A veces, los tribunales castigaban el adulterio con penas muy severas, que incluían los trabajos forzados y el destierro. También se contemplaban la ablación de la nariz y de las orejas. En algunos lugares, si el engaño no era libremente consentido por la esposa, se lo consideraba una violación y el infractor podía ser castigado con la castración.

Una exposición muy subida de tono: En la colección erótica Aegyptiaca del Museo de El Cairo se conservan más de 200 piezas de arte erótico. Predominan las figuras divinas y humanas con grandes falos en erección. Asimismo existen figuras en las que se reconocen fácilmente actitudes obscenas, como las mujeres sentadas exhibiendo genitales muy marcados o reclinadas en posturas provocativas.

Grupo obsceno. Periodo Ptolemaico, c. 332-30 aC, Colección Aegyptiaca del Museo de El Cairo

Por delante… : Los egiptólogos han clasificado las posturas sexuales más practicadas entre las parejas egipcias a partir de piezas de arte y representaciones artísticas. Son estas cuatro: hombre acostado encima de la mujer, hombre arrodillado y la mujer yaciendo boca arriba, hombre arrodillado y la mujer apoyada en sus extremidades, y mujer dándole la espalda a su compañero, mientras ambos están acostados.

…y por detrás: Los egipcios también practicaban el coito anal, como lo revelan las ilustraciones del Papiro Turín 55001 o Papiro Satírico de Turín, de tiempos de Ramsés II (c. 1.279 – 1.213 aC). En este papiro se representan al menos dos posiciones sexuales de este tipo: la posterior, con el hombre arrodillado y la mujer apoyada en sus extremidades; y la lateral, con la pareja reclinada sobre un costado.

Sonajero erótico: El sistro o sechechet era un instrumento musical similar a un sonajero asociado a la diosa Hathor que primero fue utilizado por las sacerdotisas en los ritos eróticos y después, desde la XVIII Dinastía, lo agitaban la reina o una de las hijas del rey para tranquilizar o estimular la fertilidad del faraón.

Opciones prohibidas: A pesar de que en la mitología egipcia se describe un intento de violación a Horus por parte de Set, la homosexualidad, tanto la masculina como la femenina, no estaba bien vista por la sociedad egipcia, ya que no se correspondía con el ideal de vida familiar. El dicho 125 del Libro de los Muertos, conocido como La Confesión Negativa, enumera, entre aquellas acciones que el difunto debe negar haber realizado en este mundo,  que no ha tenido relaciones sexuales con una persona de su mismo sexo. Otra negación del mismo documento condena así la homosexualidad: “¡Oh tú, quien tiene la vista detrás de él, quién procede de la tumba! ¡Yo no he sido un pervertido! ¡Yo no he sido un homosexual!”. Aún así, una narración del Imperio antiguo menciona la relación amorosa entre el faraón Pepi II o Neferkara (c. 2.278 – 2.184 aC) y su general Sasenet.

Un gusto morboso: Algunos egipcios sentían una perversa atracción por los cuerpos sin vida. Es por eso por lo que los familiares de una mujer muy bella fallecida, para evitar los actos de necrofilia, nunca entregaban los cadáveres a los embalsamadores hasta que pasaron varios días y empezara el proceso de descomposición.

Papiros subidos de tono: El Papiro Satírico de Turín muestra la única representación conocida de un prostíbulo de los tiempos faraónicos. En el burdel, los altos dignatarios de la corte y los sacerdotes del alto clero yacen con prostitutas profesionales, exhibiendo unos desproporcionados miembros viriles en erección. Cada uno de los personajes está acompañado de un breve texto que reproduce un diálogo amoroso subido de tono.

Fragmentos del Papiro Satírico (erótico) de Turín

¿Quién manda en casa?: Desde principios de la XX Dinastía, la mujer adquirió el rango de señora de la casa. En la Instrucción para Any, del Imperio Nuevo, puede leerse: “no controles a tu mujer en su casa si sabes que es eficiente; no le digas ¿dónde está esta cosa? ¡Búscala! Si la ha colocado en el sitio correcto, deja que tus ojos te guíen en silencio y entonces reconoce su habilidad”.

¡A mover el esqueleto!: Todas las jóvenes egipcias estaban obligadas a saber bailar. Para la práctica de la danza se ataban una pelota a la trensa y tomaban un espejo, para luego girar y contorsionarse mientras las compañeras formaban una ronda cantando y batiendo palmas.

Ropa insinuante: desde el Imperio Antiguo hasta mediados de la XVIII Dinastía, la mujer solía usar un vestido muy ajustado que caía desde debajo del pecho hasta los tobillos, sujetándolo por detrás con dos tirantes. A veces estos cubrían parcialmente los senos. Una imagen muy común del Imperio Nuevo es la de jovencitas desnudas que lucen como único adorno joyas o un cinturón alrededor de sus caderas. Curiosamente no hay contrapartida de muchachos desnudos, puesto que en todas las representaciones masculinas llevan cubierta la parte genital. La sexualidad masculina se mostraba en forma diferente mediante la fuerza, el poder, la caza, el prestigio o el dominio.

Él, vino; ella, cerveza: La vitivinicultura era una ocupación masculina, mientras que la elaboración de cerveza estaba reservada a las mujeres.

Esclavización de vientres: Un papiro de finales del Nuevo Imperio relata que una viuda llamada Rennefer crió tres hijos nacidos de una esclava que su marido había comprado. Es probable que aquella pareja no pudiera concebir y adquiriera a la joven para poder adoptar chicos.

Un “toque” creador: Los egipcios otorgaban a la masturbación un carácter sagrado que quedó plasmado en esculturas fálicas que aluden al onanismo masculino; pero no aparece representado el femenino. Los expertos relacionan estas figuras con el mito helipolitano, según el cual Atum, el demiurgo creador, creó la primera pareja cósmica, Shu y Tefnut, por un acto de masturbación.

Tefnut, Shu y Atum (de izq. a der.) 

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