sábado, 30 de agosto de 2014

Semana 35

El problema de la criminalidad y la violencia

Una cosa es lo que uno puede escuchar de los funcionarios y periodistas y otra es recorrer la calle. Hablo de la sensación de que el crecimiento de la droga está causando un fuerte impacto en todos los ámbitos: en la violencia delictiva, en la educación, en los valores de los chicos, en el incremento de la marginalidad. Me refiero a aquellos chicos que son más vulnerables y que, con la droga, lo son mucho más. Esta es una experiencia que vivimos cada día cuando tomamos un tren o un subte, cuando caminamos por el Centro, Constitución, Once o Retiro. Y éste es un dato muy claro sobre el cual no vale la pena que hagamos discusiones ni diagnósticos ni buscar quién tiene la culpa, sino actuar y poner tras las rejas a los cómplices de una vez por todas.



Lo que hay que hacer es solucionar las cosas y tener una política muy clara. Debemos exhortar una y otra vez a la clase política y a las demás corporaciones (Iglesia, sindicalistas, grupos empresarios, medios de comunicación) una política de Estado enfocada en el narcotráfico. Y al compromiso de la población, sobre todo a través de las familias a luchar contra un flagelo que supone la autodestrucción de la sociedad si no se logra detenerlo. 

Es un tema de acción concreta que, demanda tener coordinación y estar muy sobre el territorio. Es decir que tienen que estar allí los organismos de combate contra la droga del Estado (jueces, fuerzas de seguridad, organismos de inteligencia) y las organizaciones que se encargan de la inclusión social (recuperación de los adictos, educación, posibilidades de trabajo, urbanización), actuando de manera conjunta.

Para contrarrestar el narcotráfico, las políticas de Estado deberían desarrollarse en forma unificada. Actuando todos los poderes en conjunto. Y no tiene ningún sentido discutir. ¡Hay que actuar! Además hay que mantener una misma idea: en una política, lo peor es cuando uno cambia. Cuando se dice durante seis meses una cosa y luego, a lo largo del mismo tiempo, se hace otra. Esto es muy perjudicial. Aquí hay que sostener la misma línea durante un tiempo prolongado. Ese es el concepto de política de Estado.

Esto supone supone superar la demagogia barata de algunos políticos de cuarta que ahora quieren agitar la xenofobia para instalar una cortina de humo. Es verdad, hay una falta muy importante de control de la inmigración. Esto tiene que ser aclarado. Obviamente, no hay que discriminar a nadie porque sea inmigrante. Lo que hay que controlar es lo que traen y las conductas delictivas 

Ahí se mezclan muchas cuestiones: en las fronteras hay un problema muy serio. Por ejemplo en las del Norte, en Salta y en Jujuy, repito, hay un problema muy serio y las fuerzas de seguridad lo conocen.  O sea que no es un problema de inmigrante-sí o inmigrante-no. El problema es la droga, no los inmigrantes. El problema es el narcotráfico. Hay países que tienen muchos problemas y éstos se van trasladando. En esos casos se puede hablar con esos países.

El control del espacio es un problema muy serio. Hacen falta radares, control de las fronteras, la Gendarmería en su lugar haciedno su trabajo y no saturando partes del Gran Buenos Aires -casualmente luego de que un caso de inseguridad mediáticamente resonante golpea a una localidad en particular- o haciendo espionaje interno a través del Proyecto X -que La Jefa en Cadena Nacional dijo que era “un verso” y la Justicia, a los pocos días, confirmó-. Es un conjunto de medidas que hay que tomar y esto requiere que los poderes nacionales y provinciales se pongan de acuerdo. No se puede actuar de otra manera. Si no todo se reduce a declaraciones sobre los problemas que nunca se terminan de solucionar. Los problemas importantes de la Argentina en gran medida se van trasladando: tenemos una cultura dirigencial en la que hablamos mucho sobre los problemas pero, luego, nos cuesta también mucho resolverlos. Entonces se trasladan de mes a mes, de año a año, y algunos se repiten de década en década. ¿Por qué? Porque no logramos tener acuerdos básicos y eso es fundamental.

Una política de Estado contra el narcotráfico supone justamente el compromiso de la clase política íntegra, las corporaciones y la sociedad entera, porque debemos reconocer -no seamos ingenuos- que todos esos ámbitos están más o menos penetrados por las mafias, las drogas y la criminalidad. Tiene que ser el fruto de una política constante para que las cosas mejoren. 

No hay soluciones mágicas, como la depenalización de la droga. Este es un vicio de las políticas. Tenemos un problema y, en lugar de enfrentarlo, salimos con otro. Es decir, el problema acá es el narcotráfico. La despenalización de la droga no es la solución del narcotráfico. Es otro tema y la verdad es que hoy, en la Argentina, nadie está reclamando eso. No hay una demanda social sobre la despenalización de la droga ni creo que hoy haya un estudio sobre los efectos que eso pueda tener. En primer lugar, hay muchas drogas distintas y luego, cuando uno piensa en estos chicos que están abandonados, que no tienen una guía, es un problema muy grave. Chicos a los cuales les cuesta mucho integrarse a la sociedad porque son excluidos sociales por ser los más vulnerables, y sí tienen acceso libre a la droga. Realmente, yo no sé cuál va a ser el beneficio de la despenalización. Es decir, cuando uno toma una medida tiene que estudiar sus efectos. No es sólo una declaración libertaria. Una cosa es hablar sobre la droga libre en Holanda, donde todo está controlado, la gente tiene un nivel de vida bastante organizado. Y otra cosa es la realidad de otro lugar. Hay que estudiar las medidas en su contexto. No se puede así, libremente, despenalizar. 

Tampoco es sólo la lucha contra la violencia y la criminalidad. La violencia, en parte, tiene mucho que ver con la marginalidad. La la exclusión social se puede convertir en un resentimiento anti social en una sociedad en la que el discurso oficial insta a sus gobernados como cinsumidores en lugar de como ciudadanos. La desigualdad es un factor importante porque cuando los chicos no tienen futuro ni incentivos caen en la violencia. Aquí hay un tema muy de fondo, que es trabajar por la inclusión de manera seria: no se trata sólo de dar subsidios, se trata de dar derechos y educación. 

Integrar a esos chicos a la sociedad. Este es un aspecto. Otro es, precisamente, la droga. Si alguien está sin futuro ni esperanza, y además se droga, la violencia será mucho mayor. Y si, además de esto, no hay un control policial fuerte sobre la región, alguien que no tiene futuro, además se droga y sin control policial, entonces, la situación es explosiva. Muchas tragedias ocurren entre familias, asaltos que en vez de ser un simple robo terminan en un asesinato. Este es un problema muy complicado y donde hay que actuar.

El ciudadano debe integrarse a la sociedad y que esto funcione, sino la idea de Estado de Derecho no es más que una quimera. Integración no significa que una persona pueda comprarse -con mucho esfuerzo y, a veces, con muchas postergaciones para él y los demás miembros de su familia- un celular de última generación como los que aparecen en la televisión, sino que pueda acceder a ese producto de lujo en una economía -individual y familiar- que le permita ser autosificiente y aspirar al desarrollo personal y social. 





© carlitosber.blogspot.com.ar, Agosto 31 MMXIV
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