domingo, 27 de julio de 2014

Crisis de entre Guerras (Séptima Parte)


VERSALLES Y SUS CONSECUENCIAS 
Primera Parte: Las negociaciones de paz


El mundo de la primera posguerra

Además de la destrucción; la caída de regímenes y los cambios en el mapa europeo, el mundo de la primera posguerra sería absolutamente diferente. Por ejemplo, aunque las colonias suministraron víveres, materias primas y combatientes a sus metrópolis, tras la guerra los pueblos coloniales empezaron a cuestionar sus lazos con la metrópoli y reclamaron una mejora de su situación. Esto, sumado al progreso del nacionalismo en el seno de las colonias, constituirían el proceso de descolonización que iniciaría tras la Guerra y que concluiría con la independencia de varios Estados actuales, luego de la Segunda Guerra Mundial. A este primer declive de la influencia de Europa en las colonias, se sumó la expansión de Estados Unidos, el mayor beneficiado de la guerra junto con Japón, que reconsideraría su aislamiento de los asuntos mundiales, y que junto con el Imperio Japonés tendrían un lugar destacado en la escena internacional.

Las diferencias sociales se acentuaron con el enriquecimiento de los mercaderes de armas y el empobrecimiento de los pequeños ahorradores, los retirados y los asalariados afectados por la inflación. Las mujeres adquirieron un nuevo lugar en la sociedad y se volvieron indispensables durante toda la guerra, en el campo, las fábricas, las oficinas, las escuelas (para compensar la marcha de numerosos profesores). El feminismo progresaba, el derecho a voto fue acordado en Gran Bretaña, Alemania, Estados Unidos, Turquía y Rusia, pero no en Francia. Los cambios sociales estarán estrechamente ligados a la lucha política que emprenderán el Liberalismo, el Comunismo, y el Fascismo a lo largo del siglo XX.

Por otra parte, la contienda reveló la maquinaria de terror paradójicamente surgida de los avances y progreso de la ciencia y la tecnología. El intenso desarrollo de los instrumentos y técnicas de guerra: fusiles de repetición, ametralladoras, gases venenosos dando (origen a la guerra biológica y química), vehículos de combate, dirigibles, primeros aviones de guerra, y acorazados de acero, etc; modificarían la ciencia militar. La artillería multiplicó los calibres, aumentó el alcance y mejoró los métodos de corrección. El transporte motorizado se generalizó y volvió obsoleta la artillería impulsada por personas o animales de tiro; el caballo dejó de ser útil como instrumento militar. Igualmente supuso cambios en la estrategia militar donde en adelante sería necesario el sigilo y el escondite de las tropas para poder combatir, modificando la vestimenta de los soldados con tal fin.

También se revelaría el grave daño que padecería la población civil producto de los bombardeos a las ciudades y otros daños colaterales; la población civil y no beligerante se transformaría en objetivos militares de la nueva forma de hacer la guerra que reveló la Primera Guerra Mundial, producto de la masificación de los ataques no convencionales por un armamento mucho más destructivo y de mayor alcance. Lo que repercutiría fuertemente en el imaginario político, social y cultural de la época.


Los negociadores de la paz

Los "Cuatro grandes": Lloyd George, Orlando,
Clemenceau y Wilson (de izquierda a derecha)
La solemne apertura de las negociaciones tuvo efecto en el palacio de Versalles de París (Francia) el 18 de enero de 1919. Los participantes —que sobrepasaban el millar— sólo representaban a los vencedores, en total 32 estados; figuraban todos los intereses posibles; tanto los idealistas como los eventuales aprovechadores, todos plantearon sus exigencias y brindaron sus consejos. Cincuenta y ocho comisiones celebraron más de dos mil sesiones, pero las verdaderas decisiones fueron adoptadas por un consejo restringido de diez miembros, constituido por dos delegados de cada una de las grandes potencias aliadas: Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Italia y Japón. 

Los acuerdos fueron acto seguido ratificados por los "cuatro grandes": David Lloyd George del Reino Unido, el Primer Ministro Vittorio Emanuele Orlando de Italia, el Primer Ministro Georges Clemenceau de Francia, y el Presidente Woodrow Wilson de los Estados Unidos. De común acuerdo, Wilson y Lloyd George rechazaron las reivindicaciones francesas: es decir, la frontera en el Rin y un Estado renano separado de Alemania. Ésta sería desarmada y ocupada durante quince años y habría una zona desmilitarizada en la orilla alemana del río; Estados Unidos y Gran Bretaña garantizarían la seguridad de Francia.

Ante la gran sorpresa de todo el mundo, el Senado estadounidense no ratificó el acuerdo ni la garantía a Francia, con el pretexto de que en él se preveía el ingreso automático de los Estados Unidos en la Sociedad de Naciones, que, en fin de cuentas, era una hechura de su propio presidente. El aislamiento triunfaba y Francia se sintió traicionada una vez más.


En la galería de los espejos

En esencia el Tratado de Versalles afectaba evidentemente a Alemania. Fue firmado en la galería de los espejos, en el mismo lugar en el que Bismark proclamara el Imperio Alemán en 1871. La ceremonia formal se celebró el 28 de junio de 1919, cinco años después del incidente de Sarajevo.

Las cláusulas esenciales eran las siguientes:
* Alemania devolvía Alsacia y Lorena a Francia, unos reducidos territorios a Bélgica y el Schleswig septentrional a Dinamarca, cuya frontera se delimitó al sur de las regiones declaradas danesas por votación popular. La Sociedad de Naciones administraría El Sarre durante quince años, pudiendo Francia disponer de las minas de aquel territorio; transcurrido dicho tiempo, un referéndum decidiría entre el retorno a Alemania, la anexión a Francia o la continuación del mandato ejercido por la Sociedad de Naciones. Los alemanes hubieron de restituir al nuevo Estado polaco extensos territorios conquistados con anterioridad, integrados por población polaca o mixta; la nueva Polonia recuperaría también no sólo las antiguas regiones anexionadas por Rusia, sino territorios de Rusia Blanca y de Ucrania; y con el propósito de que Polonia pudiera tener acceso al mar, recibió el llamado "corredor polaco"; o sea una franja de territorio que iba hasta el Báltico y separaba Prusia oriental del resto de Alemania. En este "pasillo" se hallaba Danzing, de población casi exclusivamente alemana. Esta ciudad y sus alrededores no fueron cedidos a Polonia sino transformarlos en un Estado libre, bajo la protección de la Sociedad de Naciones, con especiales derechos de tránsito concedidos a los polacos. Alemania también hubo de ceder también Memel, que pasó al nuevo Estado lituano, desgajado de Rusia como Estonia, Letonia y Finlandia.
* Austria-Hungría quedó desmembrada desde el otoño de 1918. Al norte se creó el estado eslavo de Checolslovaquia, cuyas tradiciones nacionales tenían raigambre histórica. Así, al cabo de muchos siglos, checos, eslovacos y rutenos aparecieron integrados al fin en un Estado, al que Austria cedió Bohemia y Moravia, y Hungría las regiones de Eslovaquia y Rutenia. Así mismo, Austria entregó a Italia el Tirol meridional y la península de Istria, incluida la ciudad de Trieste. Serbia recuperaba su independencia y se convertía en el Estado de Yugoslavia ("Eslavia del Sur), recibiendo de los austriacos extensos territorios como Eslovenia, Eslavonia, Croacia, Dalmacia, Bosnia Herzegovina, determinadas zonas del Banato y el reducido país de Montenegro.
* Hungría cedió la Transilvania entera y el Banato a los rumanos. del poderoso imperio austrohúngaro sólo quedaron dos limitados Estados nacionales: Austria con seis millones y medio de habitantes y algo más de ochenta mil kilómetros cuadrados, y Hungría, con ocho millones de habitantes y noventa y cinco mil kilómetros cuadrados. Antes de la guerra, la potencia imperial tenía cincuenta y dos millones de súbitos y setecientos mil kilómetros cuadrados. Además se les prohibió a los austriacos toda unión política con Alemania a pesar de sus fuertes lazos culturales e históricos.
* Bulgaria cedió pequeños territorios fronterizos a Yugoslavia, y a Grecia la región de Tracia, con su litoral egeo, con lo que a Bulgaria no le quedó más salida marítima que la del Mar Negro. Turquía entregó a los Griegos Tracia oriental, incluida la ciudad de Andrinópolis, y algunos territorios asiáticos. El tratado obligó a los griegos a entregar otras regiones asiáticas a los turcos, pero la entrega no llegó a concretarse, ya que la paz definitiva con Turquía no fue firmada hasta el 23 de julio de 1923 en Lausana, al finalizar una nueva guerra entre turcos y griegos. Turquía recuperó Andrinópolis y la Tracia oriental y volvió a tener el dominio del Bósforo y de los Dardanelos, que habían sido internacionalizados y desmilitarizados. Con todo, el Imperio otomano dejaría de existir, convertido en un Estado nacional con su centro de gravedad política en Asia Menor y con Ankara como capital.
* Alemania hubo de renunciar a todas sus colonias y Turquía a los territorios árabes con lo que estas posesiones quedaron virtualmente en manos de los vencedores. El sudafricano Stums sugirió una solución: el objetivo final sería la autonomía de los territorios coloniales; considerados "no aptos" todavía para administrarse por sí mismos, que, provisionalmente, quedaban "bajo el mandato" de una gran potencia, cuya gestión debía ser intervenida por la Sociedad de Naciones. Los mandatos se repartieron del siguiente modo: zonas del Togo y de Camerún, Palestina, Transjordania e Irak pasaron a Gran Bretaña; Australia recibió la Nueva Guinea alemana, y Nueva Zelanda las isla de Samoa; a la Unión Sudafricana se le confió el África Alemana del Suroeste. Francia obtuvo Siria y las restantes zonas de Togo y Camerún; Bélgica el territorio de Urundi; y el Japón las islas alemanas del Pacífico, al norte de la línea ecuatorial. Los antiguos territorios turcos de Arabia debían formar el núcleo del Estado nacional de los pueblos árabes, pero éstos —y Lawrence con ellos— sufrieron una amarga decepción ya que la creación de un gran imperio árabe con capital den Damasco seguía siendo su sueño.
Mapa de Europa (1923) en el que se muestran los cambios territoriales ocurridos como consecuencia de la Primera Guerra


El principio de las nacionalidades y el desarme

Los tratados procuraron respetar el principio de las nacionalidades y, desde este punto de vista, las nuevas fronteras eran mejores que las antiguas; sin embargo, la nueva ordenación política adoleció de graves errores. En muchos lugares, principalmente en los países balcánicos y en el sudeste europeo, el mosaico étnico era confuso. Las ambiciones políticas y los acuerdos secretos ahogaron a menudo el respeto debido a la autonomía nacional y en numerosos casos dominaron las consideraciones económicas y estratégicas, donde la imposición de un hogar para los judíos en Palestina por parte de los británicos es uno de los mejores ejemplos.

De aquí que ciertos estados recibieran, con los nuevos territorios, minorías nacionales relativamente importantes: Polonia tenía una minoría alemana al oeste y una ucraniana y bielorrusa en el este; Checoslovaquia, una población de lengua y cultura alemana, los Sudetes; Rumania integró a húngaros en Transilvania y ucranianos en Besarabia; e Italia incluyó a tiroleses de lengua alemana e importantes minorías eslavas en Istria. En previsión de futuras dificultades, los tratados intentaron garantizar la protección de las minorías nacionales; y con tal propósito, una comisión de la Sociedad de Naciones debía atender las quejas de discriminación.

Alemania y sus aliados fueron desarmados, "para permitir en el futuro la limitación general de los armamentos". Alemania obtuvo autorización para disponer sólo de un ejército de cien mil hombres y una escuadra de seis acorazados de diez mil toneladas, tres cruceros ligeros y algunos navíos de menor tonelaje; le fueron prohibidos los submarinos, gases asfixiantes, aviación, artillería pesada y tanques. su nuevo ejército no tendría otra finalidad que la defensa del orden interno y la guardia fronteriza. Otra garantía militar consistía en la ocupación por los aliados de la orilla izquierda del Rin durante un periodo de quince años, con tres cabezas de puente: Colonia, Coblenza y Maguncia. Además, Alemania tuvo que desmilitarizar Renania, hasta a unos cinco kilómetros al este del Rin, y se le prohibía toda alianza con Austria.

Por otras cláusulas quedaba obligada a entregar a todos los alemanes culpables de provocar la guerra; en esta situación se hallaban Guillermo II, su hijo, Hindemburg, Ludendorff y Bethmann Hollweg, exigencia que nunca se llevó a la práctica, entre otras razones, porque Holanda se negó a la extradición del káiser. Por fin se acordó con la propia Alemania que juzgase a los criminales de guerra en Leipzig; sólo algunos personajes de muy secundaria importancia fueron condenados a leves penas.


La cuestión de las reparaciones

Una cuestión dominaba sobre las otras restantes: el problema de las reparaciones. Alemania no pagaría, de hecho, sino sumas poco cuantiosas y desde luego menores que los préstamos concedidos por países extranjeros en el periodo entre las dos guerras mundiales. Sin embargo, la cuestión causó bastantes disensiones y surgieron verdaderas crisis, no sólo en las relaciones entre los Aliados y Alemania, sino también entre los propios Aliados.

Aún en la actualidad el Tratado de Versalles es objeto de polémica historiográfica y de historia económica. Los alemanes de su tiempo lo consideraron una profunda humillación; en cambio, otros opinaron, sobre todo después de la victoria del nazismo y de la Segunda Guerra Mundial, que las condiciones no proporcionaron suficientes garantías contra la agresión alemana. Y están los que opinan que, en todo caso, se trató de un tratado doblemente torpe, porque irritó a los vencidos sin resolver los problemas geopolíticos que generaba el capitalismo imperialista y la loca carrera por la conquista del mundo por las potencias acicateadas por las élites burguesas nacionales y trasnacionales. Por lo que la paz que teóricamente debía cerrar la guerra interimperialista no era ni una tregua siquiera, más bien era parte de la profundización de la conflagración, que inevitablemente conduciría a otra carnicería en tan sólo 20 años.


Las cuestiones políticas no se irían planteando hasta pasado algún tiempo. En cambio, la economía europea se resintió casi en el acto a causa de la nueva situación. Las fronteras trazadas en Versalles rompieron determinadas relaciones, circuitos comerciales y productivos, y equilibrios tradicionales. La brusca desaparición de Austria-Hungría, conjunto económico que había logrado cierto equilibrio interno, provocó numerosas fricciones, lo mismo que el desmembramiento del Imperio Otomano. Las reparaciones hicieron a Alemania dependiente del crédito internacional —en especial de Estados Unidos— lo que volvió su economía muy sensible ante las crisis financieras internacionales, y los atrasos en los pagos delos empréstitos y reparaciones derivó en procesos inflacionarios y grandes devaluaciones del marco.


La Sociedad de Naciones

El Palacio de las Naciones fue construido en Ginebra,
Suiza, entre 1929 y 1938 como sede de la SDN.
Wilson confiaba igualmente en corregir de forma pacífica las cláusulas menos afortunadas del Tratado de Versalles, por mediaciones de la Sociedad de Naciones. La conformación de una organización internacional de estados nacionales era para él uno de los más anhelados objetivos de la posguerra. La empresa alcanzó un éxito que difícilmente hubiera logrado sin el entusiaste empuje del propio Wilson. En su origen, la Sociedad de Naciones debía agrupar a los 32 Estados vencedores, representados en la Conferencia, otros trece Estados neutrales; en cuanto a Alemania y sus aliados y la Unión Soviética, al principio expresamente excluidos, fueron admitidos durante la década del 20.

La Sociedad de Naciones tuvo como organismos principales la Asamblea General, donde cada miembro contaba con cinco puestos permanentes reservados a las grandes potencias y cuatro no permanentes, designados por la Asamblea y, por último, el secretariado. La Sociedad de Naciones se propuso el mantenimiento de la paz y sus miembros se comprometieron a proteger mutuamente su independencia e integridad territorial. Si un Estado iniciaba una guerra, ello sería considerado una agresión contra todos y cada uno de sus miembros.

También desempeñaba determinadas misiones sociales y humanitarias, entre ellas la lucha contra la esclavitud; el tráfico de armas, personas y estupefacientes; y las epidemias. La Oficina Internacional de Trabajo se dedicaba a los temas laborales. Las decisiones de la Sociedad de Naciones debían adoptarse por unanimidad y ser ratificadas por las asambleas legislativas de los Estados miembros. Pero el desarme, la revisión de los tratados y la reglamentación de los conflictos internacionales continuaron siendo letra muerta.

Desde su iniciación recibió un rudo golpe: el país de Wilson se negó a formar parte en ella. Cuando se planteó la ratificación del Tratado de Versalles (19 de noviembre de 1919), Wilson no logró mayoría en el Senado. En las elecciones de 1818, el Partido Demócrata había perdido, pero Wilson cometió el error de no admitir en la comisión norteamericana a ningún miembro del Partido Republicano. Wilson sucumbió luchando en favor de los tratados y, sobre todo, de la Sociedad de Naciones. Falleció el 3 de febrero de 1924. Tres años antes, Estados Unidos, concertó una paz por separado con Alemania.   




© carlitosber.blogspot.com.ar, Julio 27 MMXIV
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