domingo, 21 de septiembre de 2014

Crisis de entre Guerras (16° Parte)



EL AUGE DE LOS FASCISMOS
Segunda Parte: El surgimiento del nazismo



Los orígenes de Hitler

Pocas veces en la historia contemporánea de las naciones más desarrolladas, la historia personal de un individuo se convierte en un hecho histórico. Pocos movimientos políticos tienen a un único hombre no sólo como líder, sino como principio motor y fuente de ideología, como es el caso del nazismo, hasta el punto de que hay autores que hablan de "hitlerismo". Muchos biógrafos han escrito kilómetros de líneas explicando los motivos sociales, ideológicos, psicológicos y hasta médicos que contribuyeron a crear al "monstruo". Allí radica el riesgo de la versión "hitlerista" extrema: caer en el callejón sin salida de la historia de los grandes hombres excepcionales (tanto para hacer "el bien" como "el mal"), y obviamente cargar exclusivamente en ellos las responsabilidades (sobre todo cuando hacen lo segundo). Pero evitando este craso error de la historiografía de derecha (que busca poner las causas de la Segunda Guerra Mundial y del Holocausto en los deseos de un "loquito" muy carismático que logró alienar y secuestrar a una nación), no se puede, de ninguna forma, minimizar la figura de Hitler como mero instrumento irracional, o como una simple casualidad. Al contrario, fue un simple hombre de su tiempo, que vivió en un contexto que, obviamente, lo formó y condicionó, pero al que él, como sucede con los hombres excepcionales, logró ponerle su impronta.    

Adolf Hitler bebé





Adolf Hitler nació el  20 de abril de 1889 en Braunau am Inn, una pequeña aldea cerca de Linz, no muy lejos de la frontera alemana, en lo que entonces era el Imperio austrohúngaro. Nacido en una familia de clase media, su padre, Alois Hitler (1837–1903), fue un agente de aduanas. Su madre, Klara Pölzl (1860–1907), fue la tercera esposa de Alois. Adolf fue el tercer hijo de la pareja. Como los padres de Hitler eran primos, debieron obtener una dispensa papal para el matrimonio. De los cinco hijos de Alois y Klara, sólo Adolf y su hermana Paula llegaron a la edad adulta. El padre de Hitler también tuvo un hijo, Alois Jr., y una hija, Angela, con su segunda esposa.

Su padre, Alois Hitler, fue un hijo ilegítimo, por lo que durante los primeros 39 años de su vida llevó el apellido de su madre, Schicklgruber. En 1876, el padre de Alois, Johann Georg Hiedler, finalmente lo reconoció. En el siglo XIX eran comunes en Austria las variantes del apellido Hüttler, Hiedler, Hittler y Hitler: todas esas variantes derivan de Hütte (choza), con lo que el apellido significaría algo así como «pequeño campesino» o «el que vive en una cabaña».

El nombre Adolf viene del antiguo alto alemán y significa «lobo noble» (Adel=nobleza + wolf=lobo). De ahí que uno de los apodos de Hitler puestos por él mismo fuera Wolf o Herr Wolf —comenzó a usar este apodo a principios de los años 1920 y se le dirigían con él sólo los amigos íntimos (como «Tío Wolf» por los Wagner) hasta la caída del Tercer Reich. Los nombres de varios de sus cuarteles generales dispersos por toda Europa Continental (Wolfsschanze en Prusia Oriental, Wolfsschlucht en Francia, Werwolf en Ucrania, etc.) Hitler era conocido como Adi por su familia y parientes más cercanos.

Padres de Adolf Hitler






Hitler dijo que, de niño, era azotado a menudo por su padre. Ciertos psicoanalistas, como por ejemplo Arno Gruen, han escrito numerosas obras psicológicas que tratan de las diversas enfermedades psíquicas de Hitler como explicación de su peculiar personalidad.

La familia de Hitler se mudó a menudo, de Braunau am Inn a Passau, Lambach, Leonding y Linz. El joven Hitler fue un buen estudiante en primaria. Pero en sexto, en su primer año de enseñanza secundaria (Realschule) en Linz, fue suspendido y tuvo que repetir el curso. Sus profesores dijeron que no tenía «deseos de trabajar». En “Mein Kampf”, Hitler concluyó que su bajo desempeño en la educación fue una rebelión contra su padre, que quería que su hijo siguiera una carrera como agente de aduanas; en cambio, Hitler quería convertirse en pintor. 


Adolescencia en Viena y Múnich

Al morir su padre, se mudaron a un departamento modesto en Urfahr, un suburbio de Linz. Poco antes de cumplir los 16 años, Hitler cayó enfermo de una enfermedad pulmonar, que lo obligó a suspender sus estudios en la secundaria por un año. Una vez recuperado, ingresó a una escuela estatal en Steyr. En septiembre de 1905 decidió abandonar la escuela, luego de haber sido calificado positivamente en la asignatura de dibujo y haberse convencido a sí mismo que su futuro estaba en la pintura. Durante tres años, Hitler se mantuvo en Linz sin buscar trabajo; según Hitler, estos años serían los «mejores años de su vida». Aunque Hitler consideraba que su futuro estaba en la pintura o la arquitectura, era un voraz lector, prefiriendo obras de historia y mitología alemana. Para los dieciséis años, Hitler ya era un ferviente nacionalista pangermano, y aborrecía a los Habsburgo y a la diversidad étnica del Imperio austrohúngaro.

Al cumplir 17 años,  viajó a Viena por primera vez, quedándose en la ciudad por dos meses, gracias a la ayuda monetaria de parientes y su madre. Durante su estadía, visitó la Academia de Bellas Artes de Viena, donde consultó los requisitos para ser admitido, con el fin de convertirse en pintor. En octubre de 1907 regresó a Viena y se presentó la prueba de admisión; sin embargo, no logró ser admitido al no poseer el talento deseado, lo cual lo decepcionó mucho. Al año siguiente lo intentó de nuevo, con peores resultados. El rector de la Academia le aconsejó intentar en el campo de la arquitectura, pero como Hitler no se había graduado del colegio, era muy difícil que fuera admitido en la respectiva escuela, pero se desconoce si Hitler intentó ingresar alguna vez.

A pesar de su fracaso, Hitler decidió quedarse en Viena, aunque por unos meses continuó viviendo en Linz con su madre, quien estaba agonizando por causa del cáncer de mama. Después de la muerte de su progenitora, el 21 de diciembre de 1907, Hitler viajó a Viena, donde inicialmente se ganó la vida gracias a diversos trabajos como barrer la nieve, cargar valijas en la estación de trenes y ser un obrero de construcción. Sin embargo, sus problemas económicos no terminaron, y un año después de haber llegado a Viena fue desalojado de su apartamento y tuvo que vivir en un miserable hostal, recurriendo a comedores de indigentes para poder aplacar el hambre. No obstante, para 1910 su situación económica era más estable, y se mantenía exclusivamente pintando cuadros. Viena, una ciudad cosmopolita, con mucha vitalidad intelectual y multicultural, le fue por completo incomprensible

Sin embargo, su estadía en Viena fue muy importante. De acuerdo a Hitler, sus ideas políticas y raciales fueron formadas, o por lo menos moldeadas, en esa ciudad. Hitler mismo reconocería que la ciudad le enseñó todo lo que tenía que saber en la vida.

En 1913 se trasladó a Múnich, probablemente para eludir el servicio militar en su país, ya que aparentemente no deseaba servir junto con eslavos y judíos, aunque también siempre se había sentido atraído por la prosperidad y fortaleza que mostraba el Imperio alemán, en contraste con el decadente Imperio austrohúngaro. Por su parte, Hitler declaró que abandonó Austria porque la mezcla de razas en Viena le causaba «repugnancia». No obstante, en 1914, fue localizado por las autoridades austríacas, quienes le exigieron que regresase a su país natal para el examen médico. Hitler viajó entonces a Salzburgo, donde fue examinado el 5 de febrero, pero fue declarado «no apto» para prestar servicio militar.


Primera Guerra Mundial

Hitler junto a varios compañeros durante la Gran Guerra.





El 28 de julio de 1914 estalló la Primera Guerra Mundial; una semana después, Hitler se presentó como voluntario en el ejército alemán, siendo asignado a un regimiento bávaro. El inicio de la guerra ocasionó gran entusiasmo en el joven Hitler, quien pensó que había llegado una oportunidad para cambiar su vida.

Después de menos de tres meses de entrenamiento, Hitler fue enviado al frente occidental. Sirvió en Francia y Bélgica, como mensajero de la 1ª Compañía del 16° Regimiento de Infantería Bávaro de Reserva, siendo expuesto al fuego enemigo. Participó en la Primera batalla de Ypres, donde su unidad fue diezmada en cuatro días. Al finalizar la batalla, de los 3500 soldados iniciales, solamente 600 podían seguir combatiendo.

Posteriormente, sus oponentes políticos lo acusarían de ser un cobarde, pero la evidencia los contradice. En octubre de 1916, en el norte de Francia, Hitler fue herido en la pierna, regresando al frente en marzo de 1917, ascendido al rango de cabo. Sin embargo, no fue promovido más allá de este grado, al considerarse en ese momento que Hitler no poseía dotes de mando. Hitler fue condecorado dos veces: recibió la Cruz de Hierro de 2ª clase el 2 de diciembre de 1914, y la Cruz de Hierro de 1ª clase el 4 de agosto de 1918. Este honor era raras veces otorgado a un soldado de tan baja graduación. De acuerdo a diversos testimonios, Hitler ganó su última Cruz de Hierro al haber capturado sin ayuda a quince soldados enemigos, aunque los registros militares no especifican la razón de esta condecoración.

Hitler era considerado como un soldado «correcto», pero, según se informa, era impopular entre sus compañeros debido a una actitud poco crítica hacia los superiores. En efecto, Hitler nunca se quejaba sobre la suciedad del frente y jamás pidió un permiso para abandonarlo, aunque pudo salir cuando estuvo recuperándose de la herida en su pierna en un hospital en Berlín. Cuando regresó, empezó a pronosticar repetidamente que Alemania perdería la guerra por causa de los judíos y los marxistas, a quienes acusó de robar a la nación y no prestar servicio militar. 

El 13 de octubre de 1918, poco antes del final de guerra, Hitler quedó atrapado en un ataque de gas venenoso británico, cerca de Ypres. Fue trasladado a un hospital de campaña, donde quedó temporalmente ciego por causa de los gases tóxicos. El 10 de noviembre se encontraba parcialmente recuperado en el hospital militar de Pasewalk, cerca de Stettin, cuando fue informado que la monarquía había sido depuesta y que se había proclamado la posteriormente conocida como República de Weimar. Cuando se enteró de que al día siguiente iba a firmarse un armisticio y que la guerra se había perdido, Hitler cuenta que se derrumbó, y posteriormente describió así su reacción: «Todo se hizo negro de nuevo ante mis ojos». Una investigación realizada por Bernhard Horstmann indica que su ceguera temporal pudo haber sido resultado de una reacción histérica a la derrota alemana

En la imagen, una caricatura ilustra la Dolchstoßlegende:
una mujer judía ataca por la espalda a un soldado alemán.
Hitler fue un ferviente creyente de esta leyenda, culpando a los
judíos y marxistas de la derrota alemana en la I Guerra Mundial.
La derrota alemana en noviembre de 1918 lo impactó sobremanera, pues en la creencia popular alemana el ejército alemán permanecía invicto. Como muchos otros nacionalistas alemanes, Hitler culpó a los socialdemócratas («los criminales de noviembre») por el armisticio. Una explicación extendida por la derecha conservadora sobre la causa de la derrota fue la Dolchstoßlegende («leyenda de la puñalada por la espalda»), que pretendía argumentar que a espaldas del ejército los políticos socialistas y marxistas habían traicionado y «apuñalado» por la espalda a los alemanes y a sus soldados.

El Tratado de Versalles impuso reparaciones de guerra y otras sanciones económicamente muy perjudiciales para el país, declarando a Alemania culpable de los horrores de la Primera Guerra Mundial. Durante la negociación del documento surgieron controversias entre el afán pacificador de Woodrow Wilson, presidente de Estados Unidos y el revanchismo del premier francés, Georges Clemenceau. La reconciliación nunca estuvo dentro de los objetivos del Reino Unido y Francia porque, desde mediados del siglo XIX, Alemania había rivalizado con estas dos potencias por la hegemonía de Europa y el control sobre los territorios coloniales en África y Asia. El tratado fue considerado por los alemanes como una humillación y fue un importante factor en la creación de las reivindicaciones políticas y territoriales demandadas por Hitler y su Partido Nacionalsocialista al llegar al poder.


Inicios en el nazismo

Aunque el final de la guerra lo había convencido de entrar al mundo de la política, Hitler se percató que no contaba con dinero, amigos, familiares con conexiones, estudios universitarios o experiencia política; por lo que decidió continuar en el Ejército. Poco después de derrocada la fugaz República Soviética Bávara, recibió en la primavera de 1919 su primer trabajo político; su misión consistía en investigar a los miembros de su unidad que habían colaborado con el gobierno soviético. Su trabajo fue apreciado por sus superiores, quienes lo emplearon a tiempo completo, asignándolo al Departamento político de asuntos de prensa del Ejército, a nivel distrital. De esta manera, Hitler se convirtió en un espía militar, investigando a los muchos grupos socialistas que estaban naciendo en toda Alemania. También participó como oficial educador en el «pensamiento nacional», cursos organizados por el Departamento de Educación y Propaganda del grupo bávaro de la Reichswehr. La principal tarea de Hitler era entonces erradicar "ideas peligrosas", como la democracia, el socialismo y el pacifismo. Un objetivo clave de este grupo era crear un chivo expiatorio para justificar la derrota alemana: el Judaísmo Internacional, y sus secuaces: los comunistas y los políticos liberales, especialmente los miembros de la coalición de Weimar, que eran considerados como los «criminales de noviembre».

En julio de 1919, Hitler fue designado V-Mann (Verbindungsmann, término alemán para un espía de la policía) del Comando de Inteligencia (Aufklärungskommando) del Ejército, con el objetivo de atraer a otros soldados de ideas similares. En septiembre, se le ordenó que se investigara un pequeño partido denominado Partido Obrero Alemán (DAP). Aunque este partido era nacionalista, los superiores de Hitler desconocían esto, y sospechaban que podía ser un partido socialista o comunista.

Hitler asistió entonces a una reunión del DAP, sin embargo, cuando uno de los presentes sugirió separar Baviera de Alemania y unificarla con Austria, Hitler pronunció un discurso que llamó la atención de Anton Drexler, principal dirigente del partido. Hitler fue aceptado en el partido, que ya contaba con la membresía de Dietrich Eckart y Ernst Röhm. Desde ese momento, la figura de Hitler fue cobrando más y más protagonismo, participando a tiempo completo en las actividades del partido y perfilando con nitidez la nueva ideología. En 1920, tomó el control de la maquinaría de propaganda, y el 24 de febrero celebró su principal reunión de importancia, con seis mil asistentes. Para hacer pública la reunión, envió dos camiones de partidarios del Partido con esvásticas, para causar conmoción y distribuir panfletos; fue el primer empleo de la táctica de terror que haría famoso al movimiento nazi.

El 1 de abril de 1920, el Partido Obrero Alemán cambió su nombre a Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán, más conocido como Partido Nazi; ese mismo día Hitler abandonó el Ejército. Poco después organizó escuadrones de veteranos de guerra, liderados por Emil Maurice, para que mantuvieran el orden en las reuniones del Partido, y expulsasen a los que no estuviesen de acuerdo con los oradores. El 5 de octubre de 1921, estos escuadrones fueron organizados bajo el nombre de Sturmabteilung, mejor conocidos como las SA o “los camisas pardas”, por el color de sus uniformes. Muy pronto, las SA, bajo el mando inicial de Johann Ulrich Klintzich, dejaron de limitarse a su rol de mantener el orden y empezaron a atacar a los grupos políticos opositores y a los judíos, lo cual acabó convirtiéndose en su actividad principal. En la primavera de 1920, Hitler toma como emblemas la Hakenkreuz —la cruz gamada— y el saludo del fascismo italiano del brazo en alto.

Para el verano de 1921, Hitler era el líder del partido; no sólo era el principal orador y propagandista, sino que también era la principal fuente de ingresos de ese movimiento revolucionario. No obstante, los fundadores se encontraban resentidos debido a la conducta dictatorial de Hitler, y aprovechando que se encontraba de viaje en el norte de Alemania, planificaron la fusión de su partido con otros grupos políticos; de esta manera, pensaban reducir la importancia de Hitler y cuestionar su liderazgo. Hitler se enteró de estos planes y regresó a Múnich, solicitando poderes dictatoriales en el partido, de lo contrario renunciaría. Drexler respondió publicando una carta en un periódico, denunciado los abusos autoritarios de Hitler, pero éste presentó una demanda legal en su contra, y Drexler se tuvo que retractar. Derrotado, Drexler fue retirado de su cargo de presidente y Hitler lo sucedió, convirtiéndose en el líder indiscutible del Partido Nazi. De esta manera, se estableció el «principio del liderazgo», que formó el sistema de gobierno político de la Alemania Nazi.

En estos años Hitler conoció a Rudolf Hess, Hermann Göring, a Ernst Hanfstaengl y Alfred Rosenberg, quienes junto con Eckart, lo introdujeron a círculos sociales más altos, de los cuales pudo obtener generosas donaciones para el naciente partido.  Influenciado por la marcha sobre Roma de Benito Mussolini, Hitler ideó realizar una marcha similar hacia Berlín, con la que doblegaría al gobierno nacional fácilmente. A finales de 1922, contaba ya con una pequeña y creciente banda de seguidores fanáticos, inspirada por la «Marcha sobre Roma» de Mussolini, que empezó a ver en él el deseo de un líder nacional heroico. 


El Putsch de Múnich

Tropas de las SA salen de la cervecería Bürgerbräukeller,
el 9 de noviembre de 1923 luego de que Hitler ordenara el
inicio de un putsch contra el gobierno alemán









En enero de 1923, luego de que el gobierno alemán se retrasase en el pago de las reparaciones de guerra a Francia, esta nación procedió a ocupar la región industrial del Ruhr, devastando la economía germana. El gobierno llamó entonces a la resistencia no violenta contra Francia, pero en septiembre era obvio que esta estrategia no estaba generando resultados. El 26 de septiembre, el Canciller alemán Gustav Stresemann decidió reiniciar los pagos a Francia, y cancelar la estrategia de resistencia. Stresemann previó que los nacionalistas y los comunistas iniciarían toda clase de protestas y disturbios ante estas impopulares medidas, por lo que declaró el estado de emergencia ese mismo día. De esta manera, el comandante del Ejército, General Hans von Seeckt, se convirtió en la principal autoridad de la República. Hitler vio este período de inestabilidad política como la oportunidad para realizar su propia versión de la "marcha sobre Roma".

No obstante, el tradicionalmente autónomo estado bávaro no estaba dispuesto a aceptar la autoridad central del General von Seeckt. Ese mismo día, el gobierno regional proclamó su propio estado de emergencia y colocó a Gustav von Kahr al mando de Baviera. El gobierno nacional reaccionó exigiendo el arresto de varios líderes nacionalistas y, además, reclamó la supresión del principal periódico nazi, el Völkischer Beobachter. Cuando el Ejército bávaro rehusó obedecer a su comandante en Jefe, el General von Seeckt amenazó con utilizar la fuerza contra Baviera. Hitler se percató entonces de que la situación regional solamente podría empeorar para él ya que, probablemente, el gobierno de Stresemann lograría estabilizar la situación. Cuando Kahr se negó a discutir la situación con Hitler y sus aliados, éste último sospechó que el gobierno de Baviera iba a capitular ante el gobierno de Berlín, o peor aún, iba a declarar la independencia de Baviera. Hitler decidió entonces realizar una maniobra arriesgada: iba a secuestrar a Kahr, al comandante del Ejército en Baviera y al jefe de la policía regional; una vez en su poder, los iba a convencer de que se uniesen a su bando, y luego, juntos, iban a marchar hacia Berlín para derrocar a Stresemann. Para ganarse el apoyo del Ejército, Hitler decidió usar al General Erich Ludendorff, como figura respetada en su golpe de estado. El anciano general había sido atraído al movimiento nazi unas semanas atrás.

En la noche del 8 de noviembre de 1923, Hitler y las SA irrumpieron en una reunión pública liderada por Kahr en el Bürgerbräukeller, una cervecería a las afueras de Múnich. Hitler proclamó una revolución y anunció sus intenciones de formar un nuevo gobierno, junto a Ludendorff, quien no estaba enterado del golpe, Antes de iniciar su "Marcha sobre Berlín", que derrocaría al gobierno nacional, Hitler reclamó la ayuda de Kahr y de las fuerzas militares locales. Éste último fingió ayudar a Hitler, pero, gracias a la ingenuidad de Ludendorff, escapó en cuanto pudo y retomó el control regional. Al amanecer del 9 de noviembre, el Ejército y la policía bávara estaban tomando posiciones contra los golpistas; Ernst Röhm y sus tropas nazis se encontraban rodeados en el Ministerio de Guerra bávaro, y Hitler decidió marchar junto con Ludendorff para liberarlos. El anciano comandante alemán había convencido a Hitler de que los soldados y la policía no dispararían contra él, y que se unirían a su causa. No obstante, la policía no se replegó ante Ludendorff y se inició un tiroteo. Dieciséis miembros del NSDAP murieron durante la refriega, pero Hitler escapó únicamente con un hombro dislocado. Hitler se escondió en la casa de Ernst Hanfstaengl, y pensó en el suicidio. Fue arrestado dos días después, acusado de alta traición. 

Hitler junto a los demás acusados por el
Putsch de Múnich durante su juicio.







Su juicio, atrajo atención internacional, y le proporcionó una plataforma política para anunciar su movimiento. Durante su juicio, que se inició el 26 de febrero de 1924, Hitler recibió tiempo casi ilimitado para hablar, lo que hizo que su popularidad creciera debido a su poderoso y convincente discurso nacionalista. A diferencia de los participantes en el golpe de Kapp, Hitler asumió la responsabilidad de la intentona golpista. El 1 de abril de 1924, Hitler fue sentenciado a 5 años de prisión en la fortaleza de Landsberg, aunque la Constitución estipulaba cadena perpetua contra crímenes de este tipo. Hitler recibió un trato privilegiado de los guardias y pudo recibir cartas y visitas de sus admiradores. Fue absuelto y liberado el 20 de diciembre de ese mismo año, como parte de una amnistía masiva hacia prisioneros políticos. En total, solo cumplió nueve meses de su condena.


La lucha de Aldolf Hitler

Fortaleza de Landsberg, donde Hitler, cumpliendo su condena
por el golpe de Múnich, continuó escribiendo Mein Kampf.
La estadía de Hitler en la prisión de Landsberg le permitió organizar sus ideas, que dictó a diversos secretarios. El resultado sería una obra titulada “Mein Kampf” (“Mi Lucha”), aunque originalmente había planeado llamarla “Cuatro años de lucha contra mentiras, estupidez y cobardía”. Esta obra, dedicada a Dietrich Eckart, era una autobiografía y, más importante aún, una exposición de la ideología nacionalsocialista. A través de sus 782 páginas, Hitler detalló los pasos que un futuro Estado alemán nacionalsocialista debía seguir para eventualmente convertirse en el «amo del mundo». 

Primero aboga por la conclusión definitiva de la hostilidad franco-germana, que se lograría con la destrucción de Francia. Una vez conseguido esto, Alemania finalmente se encontraría en libertad de expandirse, con el objetivo de conseguir el llamado «espacio vital alemán». Hitler concluye que el Tercer Reich no debe buscar colonias en Asia o África, sino que debe expandirse hacia el este, a expensas de Rusia. Aunque reconoce que diversos pueblos ya habitan en Europa oriental, asegura que el pueblo alemán tiene el derecho de desalojar a sus ocupantes porque es racialmente más fuerte.

En cuanto a la política interior del Tercer Reich, Hitler claramente define que el sistema de gobierno será una dictadura: Además, el Estado tendrá muy poco que ver con la economía, ya que en realidad será un "organismo racial". Después de establecer que la raza aria es superior sobre el resto, asegura que la misma debe subyugar a las demás para poder "preservar e incrementar la cultura". Concluye que los alemanes se encuentran en el estado actual debido a que no preservaron su raza pura, y "gradualmente perdieron su creatividad cultural". 

Aunque en la actualidad la interpretación de la historia alemana que Hitler expone en Mein Kampf es considerada grotesca e inexacta, muchos alemanes compartían su visión histórica. Peor aún, cuando Hitler subiese el poder en 1933, se mantendría fiel a sus escritos y llevaría a cabo la expansión hacia el este, que desembocaría en la Segunda Guerra Mundial y en un genocidio de los pueblos eslavos y semitas.


La reestructuración del partido nazi

Hitler salió de prisión el 19 de diciembre de 1924. Su movimiento revolucionario probablemente estaba en su punto más bajo, el Partido Nazi y sus órganos mediáticos habían sido prohibidos; además, Hitler tenía prohibido hablar en público y el gobierno regional estaba recomendando que fuese extraditado a Austria. En las elecciones parlamentarias de diciembre, los nazis, que participaron bajo el nombre de "Movimiento Nacionalsocialista de Libertad", perdieron la mitad de sus votantes.

Aunque muchos de sus colegas creían que estaba acabado, Hitler salió de prisión con una visión mesiánica de su papel en la historia, y aseguró que los buenos tiempos de la República no durarían. A los pocos días solicitó una entrevista con el Dr. Heinrich Held, Primer Ministro bávaro, y luego de realizar promesas de buena conducta, consiguió que legalizase el Partido Nazi de nuevo. Al periódico nazi Voelkischer Beobachter también se le permitió circular de nuevo. 

Sin embargo, el futuro dictador no había cambiado su ideología, sino más su estrategia. Habiendo fracasado en derrocar a la República con un golpe de Estado, ahora perseguía la "estrategia de la legalidad"; esto significaba adherirse a las normas de la Constitución de Weimar para poder ascender al poder legalmente. Algunos miembros del partido, sobre todo los líderes de las "camisas pardas", se opusieron a esta estrategia; Röhm la llegó a ridiculizar, apodando a Hitler "Adolphe Legalité" (Adolfo el Legal). 

El 27 de febrero de 1925, Hitler realizó su primer discurso desde su arresto en 1923, aunque la mayoría de sus hombres de confianza faltaban: Rosenberg, Röhm, Strasser y Ludendorff no asistieron, Eckart había muerto, y Göring estaba exiliado. Hitler dejó claro que no pensaba compartir el liderazgo con alguien más. Pronto empezó a calificar al Estado, a los judíos y a los marxistas de ser "el enemigo"; y los amenazó de muerte. De inmediato el Estado bávaro le prohibió dar discursos por dos años. Desde entonces, la mayor parte de su tiempo la pasó en Obersalzberg, donde continuó escribiendo “Mein Kampf”. Temeroso de que en cualquier momento fuera deportado, el 7 de abril de 1925, renunció a su ciudadanía austríaca, convirtiéndose efectivamente en un hombre sin nacionalidad, ya que el gobierno bávaro se negaba a concederle la alemana.

Hitler empezó entonces a trabajar como propagandista y organizador. Fue en estos años que organizó el Partido Nazi a nivel nacional, y empezó a crear agrupaciones de todo tipo dentro del mismo. Pronto se crearon las Juventudes Hitlerianas y la Liga de Muchachas Alemanas, y se establecieron organizaciones en Austria, Checoslovaquia, el Sarre y la Ciudad Libre de Danzig. Se establecieron las SS como una subdivisión de las SA; sus miembros debían realizar un juramento de lealtad especial hacia Hitler y pronto se distinguieron por ser más confiables que los rudos "camisas pardas". Hitler se colocó a la cabeza de la jerarquía nazi, bajo el título de "Supremo Líder del Partido y de las SA, Presidente de la Organización Nacionalsocialista Alemana de los Trabajadores". Además, creó al "Directorado del Reich", compuesto por los principales jerarcas nazis. Uno de los objetivos de crear esta estructura tan vasta y compleja era la formación de "un Estado dentro de un Estado.

Decidido a convertir a su partido en una fuerza nacional relevante, Hitler llamó a Gregor Strasser y le propuso la organización del movimiento en el norte de Alemania. La personalidad de Strasser competía con la de Hitler, y la idea de trabajar con independencia en Prusia, Sajonia, Hanóver y la Renania le agradó, por lo que se dedicó a esta tarea junto con su hermano Otto Strasser y un joven secretario llamado Joseph Goebbels. Sin embargo, la personalidad independiente de Strasser y su firme creencia en el elemento socialista del programa nacionalsocialista le ganaron la animosidad de Hitler.

Gregor Strasser, líder nazi que en
varias ocasiones cuestionó el
liderazgo de Hitler
El 22 de noviembre de 1925, Strasser realizó una conferencia en Hanóver, donde apoyó la expropiación de bienes de la nobleza depuesta, medida que pronto iba a ser consultada en un plebiscito. De esta manera, la organización nazi del norte, la Arbeitsgemeinschaft der Gauleiter Nord-West, se unió junto a los marxistas en la campaña electoral. Hitler contraatacó el 14 de febrero de 1926, organizando una conferencia en Bamberg, donde obligó a Strasser y a Goebbels a retractarse de su programa. Para complicar la posición de Strasser, Goebbels abandonó su causa unos días después y se unió a Hitler. 

El partido de Hitler quedo aún más centralizado, y el llamado Führerprinzip ("Principio del líder") quedó finalmente arraigado en la organización partidaria. Bajo este sistema, los dirigentes no serían elegidos por su grupo, sino más bien designados por sus superiores, siéndoles delegada la completa responsabilidad ante ellos, al tiempo que exigirían la misma obediencia incondicional a sus subordinados. De acuerdo a Hitler, todo el poder y la autoridad debía ser delegada de arriba hacia abajo.


Documental

El canal National Geographic de EEUU junto con la BBC de Londres realizaron una serie de documentales sobre la Segunda Guerra Mundial llamados Apocalipsis, Unos años después, a modo de precuela lanzaron dos capítulos con la historia del ascenso del hitlerismo en Alemania. A continuación el primer episodio sobre el ascenso de Hitler. 




© carlitosber.blogspot.com.ar, Septiembre 21 MMXIV
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